viernes, 31 de julio de 2009

En Córdoba descarriló el "tren tortuga"

Discépolo ha muerto, pero sus letras serían hoy, sin duda, más filosas (y realistas) que hace décadas, cuando hablaba de "la biblia y el calefón". El gobierno kirchnerista no pudo cumplir con su sueño del "tren bala", que iba a costar 3 mil millones de dólares, pero resulta irónico (y es una pena que ya no esté el eficaz Ricardo Jaime para referirse al tema) que en vez de soñar con "el salto a la modernidad", no pueda controlar que se haga el mínimo mantenimiento en la deplorable red ferroviaria del interior del país.

El tema viena a cuento del impresentable descarrilamiento, ayer, del tren de pasajeros que cubre el trayecto Buenos Aires-Córdoba. El poco feliz episodio se produjo a la altura del kilómetro 600 de la ruta Nacional 9, entre las localidades de Oliva y James Craik, y lo sufrieron en "vías propias" más de 300 pasajeros.

¿Incidieron las condiciones del tiempo? En absoluto, no podía ser mejor. ¿Fue en una curva peligrosa? Tampoco, fue en un tramo recto paralelo a la ruta 9. ¿Se trató de un exceso de velocidad achacable al maquinista? Y aquí viene lo tragicomico del caso, no sólo no había exceso de velocidad, sino que el estado de las vías es tan patético, que la formación descarriló mientras circulaba, por esa cuestión, a unos 20 kilómetros por hora...

La empresa Ferrocentral SA, responsable del servicio, está formada por Ferrovías, propiedad de Gabriel Romero, y Nuevo Central Argentino (NCA), cuyo dueño es el acaudalado senador nacional por Córdoba Roberto Urquía, uno de los empresarios aceiteros más poderosos del país.

La explicación oficial seguramente dirá que "ese ramal del ex Ferrocarril Mitre está concesionado". La voz empresaria se quejará de la escasa rentabilidad del servicio y destacará sus "importantes inversiones". Lo único cierto, es que el país cuyos dirigentes sueñan con el "tren bala", no puede mantener sobre las vías ni siquiera al "tren tortuga".

Fuente I Perfil

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