Luego del aluvión de barro que sepultó prácticamente a todo Tartagal, nuestra presi en ejercicio se mandó para esos lares llevando consigo tremendos anuncios de restauración inmediata a cada damnificado, es más, por un rato caminó en el barro, se la vio algo angustiada ante semejante desastre y entre otras hasta deslizó algunas de sus oportunas sabidurías “lo que hay que hacer es retirar las casas que están cerca de los cauces” dijo como la solución de fondo. Asimismo, frente al terrible panorama, aquel 11 de febrero pontificó para la opinión pública que “esto pone las cosas a nivel de tragedia, pero la verdadera tragedia es la pobreza estructural”
A seis meses de aquella “histórica” visita y monumentales promesas para desterrar el tormento que invadían a nuestros hermanos de Tartagal, nada de las rimbombantes ofrendas se han hecho realidad, al menos hasta hoy, al menos no como ella misma prometiera.
“Tartagal aún espera la ayuda prometida” titula una nota en La Nación de hoy y el desglose de tal irrita al extremo más allá que a estas alturas nos hayamos (mal) acostumbrado a esta forma de progresismo K.
Y como si esto no bastara he aquí la nota que faltaba para hacerla completita, condenable por donde se lo mire resulta el negrero oportunismo animal del intendente Kirchnerista Sergio Leavy que por estas horas al unísono reclaman juicio político a su investidura. Para rebalsar el vaso de todo este abandono, una denuncia lo involucra de cuerpo entero por el pago de facturas truchas cuyo monto asciende a $ 212.000, dinero que se esfumó del planeta salteño. Lo triste y lamentable es que ese dinero estaba destinado para la compra de maquinarias y para pagar el trabajo de saneamiento pos aluvión en Tartagal.
Asco y vergüenza ajena es todo lo que se puede sentir, incluido las promesas de Cristina, obviamente.
A seis meses de aquella “histórica” visita y monumentales promesas para desterrar el tormento que invadían a nuestros hermanos de Tartagal, nada de las rimbombantes ofrendas se han hecho realidad, al menos hasta hoy, al menos no como ella misma prometiera.
“Tartagal aún espera la ayuda prometida” titula una nota en La Nación de hoy y el desglose de tal irrita al extremo más allá que a estas alturas nos hayamos (mal) acostumbrado a esta forma de progresismo K.
Y como si esto no bastara he aquí la nota que faltaba para hacerla completita, condenable por donde se lo mire resulta el negrero oportunismo animal del intendente Kirchnerista Sergio Leavy que por estas horas al unísono reclaman juicio político a su investidura. Para rebalsar el vaso de todo este abandono, una denuncia lo involucra de cuerpo entero por el pago de facturas truchas cuyo monto asciende a $ 212.000, dinero que se esfumó del planeta salteño. Lo triste y lamentable es que ese dinero estaba destinado para la compra de maquinarias y para pagar el trabajo de saneamiento pos aluvión en Tartagal.
Asco y vergüenza ajena es todo lo que se puede sentir, incluido las promesas de Cristina, obviamente.
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